Extracto del libro Zen y cerebro, del neurobiólogo James Austin
La naturaleza del Zen no yace en
la erudición, la filosofía, en la doctrina budista, ni siquiera
incluso en el zazen. Yace en una sola cosa, a saber ver la naturaleza
del Buda que está en cada persona.
M. Trevor
El poder del centro verdadero
debe de ser el artefacto más perdido de la sabiduría humana. Es
como si el mismo mensaje sigue llegando a la orilla y nadie rompe las
botellas, mucho menos el código.
Marilyn Ferguson
3. ¿Pero, qué es Zen?
Zen es vivir la experiencia, no
principios abstractos anticuados. Es una forma especial de budismo en
la que los preceptos y la práctica se funden.
¿Cuáles son algunas de sus
principales enseñanzas?.
1. Zen enfatiza la meditación como
un camino a la iluminación. Este despertar espiritual final se
enfoca en una tesis: nosotros y el universo somos co-extensivos. Este
tema central se encuentra insinuado en el término
“Maha-prajna-paramita”. Maha significa grandioso; prajna
significa entendimiento-sabiduría; paramita insinúa alcanzar la
otra orilla, el lugar en el que no hay ni apego a la vida ni miedo a
la muerte. EL término apunta a ese entendimiento profundo que los
libera a uno de todo el sufrimiento causado por preocupaciones
egoístas y egocéntricas.
La iluminación Zen hoy en día es
todavía algo diferente de otras. No, no desciende de algún poder
superior más grande. Sus aspirantes la ven que algo que emana desde
dentro, que está en todo nuestro alrededor. Significa despertar a
nuestra unidad fundamental con ese universo eterno que está justo
bajo nuestras narices. No implica agregar ningún concepto nuevo y
esotérico del exterior.
2. El intelecto no se siente en casa
en la provincia del Zen. El Zen se retira antes del intelecto. Se
esconde, por así decirlo.
3. El Zen valora los hechos simples,
concretos, vivientes de la experiencia cotidiana personal y directa.
Cuando nuestro cerebro percibe una rosa roja, no necesita pensar
acerca de la palabra “rojo”, reflexionar sobre su longitud de
onda, o tratar de analizar qué proceso químico hizo que fuera de
ese color. Percibe el rojo directamente. El entrenamiento Zen
promueve esta misma consciencia instantánea, despejada de todo en el
aquí y ahora.
Zen, viviendo en este momento
presente, se concentra en este canto del ave, esta flor de cerezo que
cae. Une todos estos momentos presentes de claridad tranquila en el
flujo de su consciencia intemporal y continua.
En Zen, la experiencia de la vida terrenal de primera mano es la realidad viviente. La irrealidad es nuestra existencia frenética usual, la que está llena de un enjambre de pensamientos, percepciones nubladas y conductas egoístas.
En Zen, la experiencia de la vida terrenal de primera mano es la realidad viviente. La irrealidad es nuestra existencia frenética usual, la que está llena de un enjambre de pensamientos, percepciones nubladas y conductas egoístas.
4. El Zen es intensamente
pragmático, cauto de juicios moralistas, de distinciones hechas por
el hombre entre el bien y el mal.
El Zen es como nadar; no aprendes a
nadar leyendo acerca de ello en un libro. Aprendes a nadar
haciéndolo, en el agua.
5. Se aprende del Zen en zazen, la
meditación Zen. Esta es la práctica esencial, fundamental para
madurar las facultades intuitivas del cerebro. Para el maestro Zen
Dogen, la práctica del zazen por sí misma constituía la
iluminación. El enfoque meditativo del Zen tiene una premisa tácita
simple: la forma de los humores y las actitudes – determinan – lo
que pensamos y percibimos. Si nos sentimos felices, tendemos a
desarrollar ciertos trenes de pensamiento. Si nos sentimos tristes o
enojados, otros distintos. Pero supongamos, que con entrenamiento,
nos desapegamos de las distracciones y aprendemos a mitigar estos
vaivenes emocionales salvajes de cualquier lado de la ecuanimidad.
Entonces podemos entrar en una consciencia serena que es la tierra
natural para el crecimiento personal positivo, espontáneo, llamado
frecuentemente crecimiento espiritual.
6. No necesitas sentarte en un cojín
para practicar Zen. La práctica de Zen se extiende por si misma a
prestarle atención desnuda a todos los eventos de la vida diaria. Si
se tuviera que definir una meta, sería el arte de dejarse ir
mientras se pone atención. Los aspirantes luchan para mantenerse a
flote hasta que finalmente dejan ir su actitud de que la iluminación
es algo que hay que “lograr”. Los que siguen tratando de “llegar”
a la iluminación descubren que no tener metas verdaderamente y no
ser egoístas es el más difícil de todas las artes de vivir.
7. El Zen hace énfasis en la
autoconfianza, autodisciplina y esfuerzo personal. El individuo es
responsable de iluminarse él o ella misma,
8. El viaje interno no es sino un
preludio para salir. El despertar consciente unirá profundamente al
aspirante con lo que se entiende que es la corriente dominante de la
fuerza vital, todo el rango de las alegrías y penas de la vida.
¿Qué hace el pastor en la vieja
historia Zen después de que finalmente se ilumina? No se retira del
mundo para convertirse en ermitaño. En cambio, sigue adelante con
alegría y compasión a mezclarse en el mundo “con manos que
ayudan”.
(Continuará)